Tratamos en este artículo una serie de factores que pueden incrementar el cansancio físico y mental de los trabajadores, de tal modo que también afectarán a su rendimiento.

– Excesiva presión sobre los trabajadores. Una mala previsión sobre los objetivos, estableciendo metas inalcanzables en los plazos de tiempo marcados, puede conducir en poco tiempo al agotamiento.

– Insomnio. Un trabajador que no duerme el mínimo de horas necesario acumulará cansancio que, irremediablemente, afectará a su rendimiento. En estos casos resulta deseable que resuelva asuntos y tareas pendientes en su vida personal y/o laboral que pueden afectar a su calidad del sueño, o que se realice una revisión médica por si acaso alguna enfermedad está causando que duerma mal.

– Tareas laborales repetitivas. La realización de tareas que pueden resultar muy monótonas y que se repiten durante demasiado tiempo conducirá a un estado de apatía y cansancio, que se lograría revertir asignándole nuevas tareas al trabajador.

– Mal estado físico e inactividad. Si a un trabajo sedentario le sumamos un mal estado físico y la falta de ejercicio, se puede llegar a una situación en la que estos factores contribuyan a que el trabajador agote su energía en menos tiempo y se produzca así más cansancio.

– Mal ambiente laboral. Los lugares de trabajo en los que el empleado se siente incómodo terminarán causándole una tensión acumulada que contribuirá a su cansancio. Sucederá así con mobiliario que no sea ergonómico, o con una mala iluminación, o con un mal ambiente que se traduzca en un acoso constante, ya sea por parte de otros empleados o de los clientes.

– Elevada carga de trabajo. Sobre todo, cuando se requiere un esfuerzo físico notable, o cuando es necesaria gran concentración con un desgaste mental considerable.

– Enfermedades. Puede que no incapaciten al trabajador, pero sí que pueden contribuir a un mayor desgaste y a su agotamiento. En estos casos habría que intentar ajustar sus tareas, y planificar descansos, para que el agotamiento no se acumule.

– Desequilibrio entre la vida laboral y familiar. Aunque se le presta más atención actualmente a la conciliación, se pueden arrastrar problemas entre los dos ámbitos, que no siempre llegan a compatibilizarse bien.

– Mala capacitación y falta de habilidades. Cuando las tareas laborales cuesta realizarlas más de lo deseable, debido a la mala preparación del trabajador, esto irá en contra de su estado emocional y conducirá también a que se tenga que realizar un sobresfuerzo.

– Falta de motivación. Puede darse por la ausencia de reconocimiento del trabajo realizado, o por la inexistencia de recompensas, o por la imposibilidad de ascender. Al final el trabajo diario se realiza de manera desmotivada que es lo más parecido a trabajar sin energía.