Ya hemos mencionado en más de una ocasión que esta epidemia del coronavirus nos ha situado ante situaciones límite que, algunas veces se han resuelto con decisión planteando mejoras y avances, y en otras, lo único que ha conseguido es que afloren limitaciones, deficiencias y respuestas inadecuadas.

Los ancianos, que han sido los más afectados, o por lo menos quienes han visto su vida en mayor riesgo, se han encontrado con una epidemia que avanzaba sin piedad acabando con la vida de decenas de miles que esperaban que la jubilación les permitiese tener una época tranquila. Pero de repente se presentó el coronavirus y quienes estaban en residencias vieron cómo caían sus compañeros en cuestión de días, y quienes vivían en sus casas se encontraron en una situación que en muchos casos sería de pánico ante la posibilidad de contagiarse al tener que ir a comprar al supermercado, o al tener que ir a un centro médico por motivos de alguna revisión.

En torno al 95% de todas las personas que han muerto por la COVID-19 eran mayores de 65 años. Cerca de 20.000 murieron en residencias de ancianos.

Con estos datos tal vez se pueda comprender mejor por qué se está produciendo un incremento notable de solicitudes para desheredar a los hijos y los nietos. Así lo están mencionando en diferentes medios de comunicación durante los últimos días.

Antes de continuar le aconsejamos que lea un artículo que publicamos hace un año dedicado a cómo desheredar a los hijos, porque la situación en términos legales no ha cambiado desde entonces.

Probablemente, las nuevas solicitudes para desheredar han estado motivadas por situaciones de abandono. Cuando una persona se da cuenta de que su vida está en juego, y se siente abandonada por quienes lo único que esperan es que se muera para poder heredar, es lógico que se lleve una tremenda decepción, y considere que todo lo que consiguió en vida no deberían de recibirlo esas personas.

Seguramente ha habido ancianos que consideraron que su vida peligraba en una residencia,  y en esa situación los hijos o nietos ni respondieron para poder ofrecerles una alternativa. También se han tenido que repetir las situaciones de abandono, en las que esas personas ni siquiera recibieron una llamada para saber cómo era su estado de salud. Lógicamente, cuando han podido distanciarse un poco de los meses más críticos, ahora están decidiendo dejar fuera de las herencias a sus descendientes.

Sin embargo, en España desheredar a un hijo es muy complicado que se consiga. Nos tenemos que encontrar con una causa realmente grave, como el maltrato o la negación de alimentos, para que se tenga alguna posibilidad de éxito para desheredar, pero la indiferencia ante el estado de salud, o no hacerse cargo de un cambio de residencia, difícilmente puede conducir al objetivo deseado.

Ahora bien, cada caso es diferente, y ante una situación en la cual el testador pudo estar en peligro y el hijo desatendió sus necesidades, se podría tener una base legal para desheredar. Por ejemplo, unos padres ancianos que viviendo en su domicilio, fueron desatendidos por completo por algún hijo, conduciendo esto a situaciones de riesgo para la vida de los ancianos.

De todas maneras hay que entender que será obligado demostrar que intencionadamente se puso en peligro la vida de esas personas.

Desheredar a un hijo puede ser el inicio de un proceso largo y doloroso, que en muchas ocasiones no logra dejar fuera de la herencia al hijo que, tal vez, no la merezca.

En Cepresa tenemos un servicio especialmente dedicado a las herencias. Estaremos encantados de atenderle.