Como ya hemos mencionado en varios artículos anteriores la Agencia Tributaria puso en marcha un plan de control de empresas que estaban tributando por debajo de la media de su sector, de tal manera que en estos últimos años se dedicó a enviar cartas en las que se advertía de que Hacienda tenía conocimiento, no solo de los ingresos y movimientos de dinero de esas empresas, sino también de todas las que se encuentran en su mismo sector, con lo cual resultaba muy fácil saber si una empresa estaba por debajo de la media en cuanto a tributación.

Ahora bien, suponer que una empresa puede estar defraudando solo porque sus resultados no son tan buenos como los de otras de su sector no parece una justificación suficiente como para considerar que se puede estar ante un caso de fraude que, además, pueda dar pie a una inspección en la que se registre el domicilio o las sedes empresariales.

Hace un año publicamos: ingresos bajos, indicios de fraude y el registro del hogar de empresarios, en el cual ya mencionamos que estábamos a la espera de una sentencia del Tribunal Supremo en la cual se aclarase si este tipo de actuaciones de Hacienda se podían considerar justificadas.

Pues bien, en una sentencia del Tribunal Supremo se falla a favor de una empresa cordobesa en la que la Agencia Tributaria detectó que estaba teniendo una rentabilidad por debajo de la habitual en su sector.

Hacienda pretendía justificar una inspección en la sede empresarial solicitada al juez para buscar una posible contabilidad paralela debido a que se suponía que esa baja rentabilidad, unido a que el cobro en efectivo declarado también era muy inferior a la medida de su sector, podía hacer suponer que se estaba ante un caso de fraude fiscal.

Sin embargo, en la sentencia del Tribunal Supremo se deja claro que ese tipo de inspecciones no se pueden emprender simplemente porque se tenga una corazonada de que existe fraude, o para ver qué se puede encontrar.

No se puede acceder al domicilio particular con un propósito meramente prospectivo o indeterminado, por si acaso se cumplen las intuiciones y se encuentra algo en contra de una empresa.